lunes, 5 de abril de 2010

Análisis de la elección en Mendoza


El intendente radical, el derechista Fayad, tuvo un triunfo sin atenuantes en la elección del domingo 28: metió 4 de los 6 concejales en juego. Los otros dos ingresaron, uno por el Partido Demócrata, y el otro por el Partido Socialista. Fayad desdobló las elecciones para no quedar pegado a Cobos en junio de 2009, también quería una elección que no lo obligara a hablar de los problemas que padece la ciudadanía: inflación, desocupación, crisis económica, deuda externa, etc. Así, la elección se remitía a quién limpiaba mejor la ciudad. Una maniobra para ocultar a la población lo central de su política. Todo el arco político saludó esta iniciativa y ahora quieren que todas las elecciones se desdoblen. (Retrocederíamos así en la historia: en lugar de construir una nación volveríamos a las comarcas.)

Los medios de comunicación insisten que la elección mendocina fue buena porque fue “local”, sin injerencias de afuera. Creen ver en la derrota del candidato de Macri un castigo a la “nacionalización” de la elección y en el triunfo de la lista de Fayad un triunfo del localismo. Esta interpretación elude que la campaña adquirió carácter nacional toda vez que la maniobra de Fayad contó con la aprobación y el apoyo “contante” del kirchernismo a través del gobernador Jaque o de los ATN de Aníbal Fernández. El primer acto de campaña de Fayad fue romper el acuerdo de la UCR con Cobos y dejar a éste y su grupo fuera de la elección, justamente en la ciudad donde tiene su residencia. Fayad incorporó al ARI en la lista y así la interna dentro de la UCR se profundizó.

En la elección hubo dos grandes derrotados: uno el kirchnerismo, tanto el expresado a través de la lista del PJ como el del acuerdo con Heller y el PC. El PJ perdió el concejal que ponía en juego y el otro quedó muy lejos (unos pocos votos arriba del Partido Obrero).

El otro derrotado fue Macri, que rompió el acuerdo con el Partido Demócrata (viejo socio de las dictaduras militares) y se jugó a imponerse por la propia, por eso visitó dos veces la ciudad para promover a su candidato a concejal, Terranova; la última visita la hizo con Gabriela Michetti. Los afiches y spots del PRO mostraban a Macri y Terranova: quedaron cuartos con apenas unos pocos votos por arriba del PJ.

La elección de concejales en Mendoza se presentó así como una interna entre partidos de la “derecha” del arco político. Incluso la elección del Partido Socialista, que salió tercero y metió un concejal, está teñida por este espectro: el candidato (y actual concejal electo), Montbrun, es un ex afiliado radical, asesor de Fayad, asesor del “ganso” Aguinaga (Partido Demócrata) cuando éste era ministro de Seguridad de Jaque y tuvo que irse por las denuncias de abusos policiales. Algunos sueñan con la recomposición de la centroizquierda de la mano de Montbrun; en el radicalismo creen que cuentan con “el quinto concejal”, parece ser esto lo más probable.

Si se considera que el radicalismo sacó casi el 41% de los votos y los cuatro que le siguen quedaron entre el 9 y el 11%, tenemos los datos de una atomización política. Resumiendo: el que ganó es opuesto a los acuerdos de la UCR con el cobismo que en junio de 2009 obtuvo el 53% de los votos, un dato más para agitar la crisis de la oposición. El kirchnerismo recibió una paliza, lo único que le queda como consuelo es la derrota de su principal contrincante: Cobos. La derrota de Macri lo descoloca frente a Solá, Duhalde, Reutemann y de Narváez en el liderazgo del PJ opositor.

Las peleas entre las distintas camarillas de los partidos patronales no tienen como referencia ningún interés de los trabajadores. El planteo del desdoblamiento es la señal de la disgregación de un régimen político como resultado de la crisis capitalista en curso.

La votación obtenida por el Partido Obrero es un buen punto de apoyo para ganar al pueblo mendocino, a su juventud perseguida y “negreada”, a los miles de trabajadores en negro, a las familias golpeadas por la inflación y la miseria salarial a una perspectiva política independiente de las fracciones capitalistas en pugna. Este es el desafío que tenemos por delante.

E. S.

Gran crecimiento del Partido Obrero

El Partido Obrero obtuvo el 2,7% (1.692 votos) en las elecciones para Concejo Deliberante de la ciudad capital de Mendoza. Esto significa una duplicación en términos absolutos de la votación obtenida el 28 de junio del año pasado. En términos porcentuales, el PO pasó del 0,3% en 2007 al 1,15% en 2009 y al 2,7% ahora: en dos años y medio multiplicamos por 9 el porcentaje.

En las barriadas obreras, nuestra votación fue muy superior, un promedio del 4% y mesas con más del 7%. Triplicamos en relación a junio de 2009.

La campaña del Partido Obrero fue muy intensa

Colocamos como eje la situación de los trabajadores: la miseria salarial, el trabajo en negro, el hacinamiento en los barrios obreros, la persecución a jóvenes y artistas; establecimos un programa de salida y plantemos la necesidad de que los trabajadores lleguen al Concejo Deliberante, es decir, que allí se planteen las reivindicaciones y problemas que vive la población trabajadora. Con este eje salimos a la lucha electoral.

Nuestra candidata llamó la atención por la calidad de sus intervenciones en los debates y en los medios de comunicación. Soledad Sosa, con sus 23 años, fue una excelente vocera del partido.

Los medios de comunicación apenas dejaron trascender nuestro planteo, en general fuimos marginados, no sólo nuestra candidata sino también los dirigentes nacionales del PO: mientras Macri, Heller o Lifchitz obtenían espacios abusivamente en los radios, canales de televisión y diarios; a Altamira, Pitrola y Del Pla les cerraban las puertas de los medios masivos.

Afrontamos esta proscripción repartiendo masivamente la plataforma, entregada casa por casa en una gran parte de la ciudad; haciendo tres actos públicos (fuimos el único partido que hizo actos callejeros) de los que participaron Néstor Pitrola, Claudio del Pla y Jorge Altamira, sucesivamente. Además, organizamos en el Centro de Congresos y Exposiciones una mesa redonda con Altamira y un economista docente universitario sobre la crisis capitalista.

Así, en una elección dominada ampliamente por los partidos capitalistas, el Partido Obrero logró quebrar la marginalidad electoral, más que duplicar a los otros partidos de izquierda (que incluso retrocedieron perdiendo votos, como es el caso del PTS) y quedar a pocos votos del frente de los K “puros”, el PC, el PH y el Banco Credicoop, que levantaban como bandera la defensa de Kristina (y, obviamente, el pago de la deuda externa).

Eduardo Salas